Dos entrevistas de trabajo hizo mi novia esta semana. Dos puntos antagónicos de afrontar una negociación, uno ruin y otro valiente.
Al final, las entrevistas de trabajo son conversaciones entre dos personas que tratan de venderse y donde se puede aprender mucho sobre persuasión y la psique humana.
Entrevista 1:
“Ok, ¿y cuál es tu rango salarial?”
“Pues estoy en xx”
“Ahhh… Me sorprende. ¿Sabes que entrevisto a gente con 20 años de experiencia y no me piden tanto?”
Entrevista 2:
“¿En qué rango salarial te mueves?”
“Estoy en xx”
“Mira, me gusta mucho tu perfil pero no puedo llegar a esa cifra por nuestras políticas de contratación. No obstante te puedo ofrecer otras ventajas como: 1º, 2º, …”
Los diálogos no fueron literalmente así pero sí el enfoque.
En el primer caso el entrevistador le trata de mentirosa con su “Ahhh… Me sorprende.”
Además pretende llevar la conversación a una realidad ficticia que le conviene (¿20 años de experiencia?, ¿desde 2003 trabajando en esto? Complicado encontrar gente así y que pidan sueldo de junior).
Presionar con una mentira, cargando la responsabilidad en el entrevistado haciéndole ver que pide demasiado y sin ofrecer nada a cambio no es la mejor carta de presentación.
Se destruye la confianza y la venta se esfuma.
Segundo caso.
El entrevistador es valiente, se desnuda y deja claro su interés.
Admite que no puede llegar a esa cifra por políticas internas (se carga él la responsabilidad de no llegar al salario demandado, no acusa de pedir demasiado).
Y trata de poner sobre la mesa otras ventajas con el objetivo de convencer a la otra parte.
Este enfoque sí genera confianza y las posibilidades de convencer al candidato se multiplican.
Mismo caso. Misma cifra económica ofrecían las dos empresas.
¿Cuál aceptarías tú?
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